En el estacionamiento habitual mirando a los peatones pasar frente a mis ojos por una calle bastante transitada. Se atravesó en mi campo visual un sucio y vil vagabundo, bajo su ropa sucia y harapienta, imaginaba su inmunda piel, uñas afiladas y amarillas se asomaban entre el remedo de calzado que acompañaba a sus pies.
Lo seguí con la mirada, y entonces note que aquel hombre cruzaba la calle rebosante de automovilistas furiosos, dándose la desfachatada libertad de no mirar a su alrededor. Dicha acción me pareció espectacular, mi mente impaciente (siempre habida de comprender el comportamiento de la gente a su alrededor) pensó unos instantes como alguien podía caminar TAN despreocupado por una avenida que no tenía ánimos de ser obstaculizada por un ebrio desagradable y que no tenia la menor idea de lo que hacía. Después de unos segundos supuse que este era un individuo que había abandonado hace tiempo cualquier sueño que su mente (ahora seguramente deteriorada) ni siquiera podía remembrar.
Me di cuenta de la miseria que ese hombre horrendo padecía. Intente imaginarme en su situación -sin saber siquiera que horrendos males había padecido- y me dieron escalofríos. Mi cerebro jugueteaba con varias ideas para ayudar en la penuria de este hombre de mirada perpetua, frente fruncida, dedos partidos y hombros desprovistos de fuerza; los cuales no podían mantenerse erguidos, cayendo interminablemente sobre los brazos de aquel hombre miserable.
Encendí el motor y salí del estacionamiento para perseguir al peatón-transgresor, mientras decidía cual de aquellas ideas que se presentaban en mi cabeza era la MÁS oportuna, flotaban cientos por mi testa, muchas de las cuales ni siquiera tenían que ver con el vagabundo; las aparte de mi mente. Las piezas del rompecabezas fantástico se unieron poco a poco llenando todos los espacios y completando la imagen en mi cerebro de lo MÁS apropiado, la solución era clara.
Lo divise a unas calles de mí sentado frente a una farmacia, acelere posándome a su lado ocupando impertinentemente un carril, para gritarle: -¡forastero ¿qué te parece el clima de MI ciudad?!- (Mientras el trafico se acumulaba a mis espaldas; aunado a ello el estruendo de una decena de bocinas que destrozaban mi paciencia)... ni siquiera se inmuto. ¿Quien se creía?
La noche se acercaba y ya tenia unas horas vigilando a mi afortunado compañero, lo veía caminar con paso vacilante y rumbo desconocido (incluso para él, sospecho), lo seguí hasta que se detuvo, a lo lejos permanecí como espectador, se tendió en el suelo y su cuerpo se rindió junto a unos olmos.
Había tenido bastante tiempo para repasar mis ideas y era este el momento de actuar, camine rápido hacia mi auto que se encontraba estacionado a unas cuadras del lugar, mirando sobre mi hombro cualquier movimiento de ese gusano pestilente; ni uno solo, yacía en el suelo tal como las hojas en el otoño.
Encontrándome a pocos pasos de ese ser despreciable. Enfoque mi mente en lo ya planeado, como si esta fuese la única opción que esta pobre alma atormentada tuviese. Sin hacer demasiado ruido me pose junto a él, a mi espalda un farol ilumino el enorme tubo que apretaba fuertemente con una de mis manos. Levante sobre mi cabeza el objeto lacerante y lo deje caer con todas mis fuerzas, propinándole un severo golpe en la cara a mi amigo, la nariz se le hizo añicos al instante y el rostro se hundió permanentemente en una mueca horrenda y depravada.
En el suelo un río de sangre bañaba mis zapatos, varios recuerdos llegaron a mi mente -los elimine de manera inmediata- enfoque mi tiempo y fuerzas en destrozarle el cráneo para así poder acceder al jugoso cerebro encerrado detrás de esa cámara de hueso; lo devoré con ansias. Me encontraba en éxtasis total, el arma homicida pasaba a segundo plano, mientras mis dientes desgarraban la piel purulenta del mendigo y mis uñas arrancaban los ojos y dientes de la victima... Termine, le escupí al cadáver y me fui... ¿a quien le importa?
A la mañana siguiente estaba en el estacionamiento mirando a los transeúntes pasar...
martes, 15 de junio de 2010
un día cualquiera
Publicado por
Cosme Fulanito
en
23:32
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
:O!!
qe fresoon el baato, iguaal qe tuu D:
Simon. igual que tú.
Me gustó lo suficiente como para esperar algo nuevo. Encontré tu blog sin razón aparente. Saludos Nahuel, nada más que decir.
quien eres caro?... que bueno que te gusto, pronto publicare otras cosas...
Pues ya era hora que lo revivieras... Esta un poco perturbador el cuento pero siento que refleja mucho de ti
Esta pasado de lanza el cuento, me gustó, si esta bien tu. No sabría de cir que pudo ser real y que imaginado, quizas si seguiste al vagabundo, quizás imaginaste golpearlo, quizás lo hiciste. ¿Hay algo de real o todo es ficción?
A si, PD: está bien La Naranja Mecánica
Publicar un comentario