La noche atacaba cada rincón de la gran ciudad, sumergiéndola. Dos vagabundos discutían en un parque cercano. Un grupo de muchachas muy ebrias caminaban por una calle aledaña, se escuchaba el murmullo de sus pasos acompañado de una que otra risita ahogada. Sin darse cuenta pasaron por debajo de un apartamento iluminado; en el, un joven de 23 años desperdiciando su vida a lo lindo, sin ningún miramiento.
Alejandro tenía 8 días sin dormir fumando mariguana a lo pendejo, tratando de olvidar. Varios golpes asechaban sus piernas delgadas y frágiles; tenia 4 días sin poder levantarse por miedo al movimiento de las paredes y el piso que amenazaban con devorarlo si daba un paso en falso, cuando en realidad era su mente la que le jugaba satíricas bromas. Estrellándolo contra el piso una y otra vez. Las alucinaciones lo absorbían cuando por su mente, como un rayo, cruzo una idea que no entendió, pero su cuerpo si y respondió, entregándose a su crapulencia. Levantó la pipa y dio un severo y tranquilizante baise que abrió una puerta secreta en su cabeza que lo transporto al mundo de Morfeo.
Un tanto desconcertado, Alex caminó por ese lugar tan familiar sin saber dónde se encontraba, de no ser por esos breves intervalos de lucidez en los que todo tomaba sentido, volviéndose a desordenar de inmediato para dejarlo en el mismo lugar: aislado de lo cotidiano y más cercano a su conciencia. Pronto se percató de que lo que imaginaba generaba algo en este mundo nuevo del que, solo él era participe; sin pensarlo, corrió a toda velocidad por una explanada larga que creo en cuestión de milésimas de segundo. De un salto se propulsó lejos del suelo y voló largo y tendido encima de ciudades imaginarias. Aterrizo en un llano que se pobló de enormes arboles cuando Alejandro tocó el suelo, que comenzaron a caminar a su lado para proporcionarle sombra, mientras le contaban historias de la tierra antigua. Algo en su mente, que lo conectaba a la realidad, le aviso tardíamente de lo incoherente de su situación. Un torbellino de colores vivos se presentó frente a sus ojos incrédulos absorbiendo este mundo, SU mundo. Alejandro trato de concentrarse, tratar de detener la algarabía de colores y formas. Todo se retorcía frente a su cara, mientras él intentaba darle una forma definida a las cosas, concentrándose fuertemente. Pero era demasiado tarde; el remolino lo atrapo y lo fundió con todas las cosas presentes, en un cono de colores y luces cambiantes que se batían en duelo en la cabeza de Alejandro, expulsándolo de una patada a la realidad, en donde se encontraba nuevamente tendido en su cuarto, con la pipa tirada a su lado.
Frustrado, trató de volver al país donde sus deseos eran órdenes. NO. Eran ¡¡LEYES!! Leyes naturales que se cumplían por un simple capricho en su cabeza. Logró llegar a un mundo que le pareció era el verdadero, el real, en el que todos deberíamos vivir pero no nos lo permitimos.
martes, 21 de junio de 2011
163481¿
Publicado por
Cosme Fulanito
en
12:09
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